Por: Carolina Ruiz Lozano

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Propiciar la cooperación entre individuos es un objetivo que requiere una visión  inspiradora, involucramiento cercano, y mucha perseverancia. El pequeño poblado de Xcalak, ubicado en el límite sur de México (frontera con Belice), posee una historia desde inicios del año 1900, así como influencia de diversas culturas y una gran riqueza biológica de ecosistemas marino-costeros. En 1996, la comunidad se organizó por medio de un comité comunitario, integrado por los diferentes sectores de la población, para proponer a la entonces Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (SEMARNAP) —actualmente Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT)— la creación de un parque nacional para proteger y aprovechar sus recursos costeromarinos (CONANP, 2004), de los cuales depende en gran parte su economía familiar y para que el desarrollo turístico masivo no impactara de manera negativa en este lugar.

Desde el Decreto del Parque Nacional Arrecifes de Xcalak (PNAX) en el año 2000, donde se desarrolló un trabajo colaborativo entre los pobladores y el personal de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) y hasta el día de hoy, han habido altibajos en la relación, creándose una brecha entre ambas partes. Sin embargo, actualmente puede considerarse que la intención de colaborar en equipo sigue presente, si bien, existiendo retos internos que afrontar para la CONANP y algunos factores sociales externos a la institución que repercuten en el modo y visión de vida de los pobladores que hacen difícil el camino.  

Para el análisis de los mecanismos de la participación comunitaria en el manejo y la conservación de sus recursos naturales y el trabajo con personal del Parque, se hablará sobre el involucramiento de la comunidad  en el decreto de esta Área Natural Protegida (ANP) y la evolución durante los primeros años de trabajo colaborativo, continuando con el
análisis de cómo ha madurado la cooperación entre estas partes por la conservación y el uso sustentable de los recursos naturales, para finalmente presentar una sugerencia de mejora en el trabajo a futuro.  

Justamente como lo menciona BorriniFeyerabend, et al (2014), declarar una nueva área protegida usualmente implica
reglamentaciones y restricciones nuevas o mejoradas en aspectos tales como acceso a los recursos naturales y desarrollo de actividades. 

Una vez que se hace efectivo el decreto de un ANP, ¿Quién decide estas restricciones? ¿Cómo tienen voz al respecto las personas que dependen (directa o indirectamente) de la tierra y los recursos naturales? En el caso del PNAX, la participación de los actores locales fue determinante, ya que como se mencionó anteriormente, el decreto del Parque surgió como resultado de la propia iniciativa de los pobladores buscando proteger los recursos naturales utilizados para su aprovechamiento como un “derecho de propiedad”, ante la continua presencia de usuarios foráneos que buscaban beneficiarse de estos mismos recursos y además, considerando igualar el modelo de conservación de la ya decretada Reserva de la Biosfera Sian Ka’an (en 1986), la cual se encuentra relativamente cercana al poblado. 

Una vez que se decreta el Parque, y continuando con los años de gestión y trabajo, en el año 2004 se consigue dar un paso más en el manejo de esta ANP con la publicación de su programa de manejo, anteponiendo como uno de los objetivos el lograr la compatibilidad entre el uso sustentable y aprovechamiento de los recursos naturales y la protección de los mismos en beneficio de la comunidad (CONANP, 2004). Desde los años de gestión del Parque posteriores a su decreto, la permanente presencia del personal del ANP en el poblado en adición a las estrategias de conservación que se plantearon y desarrollaron, ha ido propiciando el involucramiento continuo y hasta cierto punto eficiente de los pobladores, trabajando
principalmente con pescadores y prestadores
de servicios turísticos, y, reconociendo a las
mujeres con su importante papel social/
familiar en el poblado. Además, tomando en
cuenta a las generaciones de niños y jóvenes,
el personal del Parque ha volcado esfuerzos
en actividades de educación ambiental como
línea estratégica para el conocimiento y
conservación de la biodiversidad. Sin embargo,
algunos factores externos a la CONANP han
influido en la expectativa de trabajo y modo
de vida de los pobladores, como ejemplos:
la poca o nula presencia de algunas otras
instituciones de gobierno a cargo del desarrollo
social y el cumplimiento de leyes (quedando
la mayor carga sobre la CONANP). Además,
se menciona el factor del narcotráfico que
genera una influencia negativa en la población,
(mayormente en los jóvenes) como recurso de
consumo (junto con las bebidas alcohólicas) y
como recurso de ingreso económico mediante
su venta.
Es evidente que para lograr que la participación
y deliberación en efecto respondan a las
necesidades locales, las autoridades
ambientales deberán estar dispuestas a
transferir poder a los habitantes locales,
favoreciendo el desarrollo de sus capacidades
para tomar sus propias decisiones de manejo,
y no solo actuar como “asesores” de los
responsables del ANP y otras autoridades
ambientales, (Bezaury-Creel, et al. 2009). Un
factor interno que repercute en la eficacia del
PNAX como órgano manejador, es sin duda el
reducido presupuesto que cada año recibe y
el poco personal que a la fecha tiene, lo cual
resulta en menos trabajo con la población,
menos acciones de supervisión de actividades,
y en ciertos casos, menor credibilidad. Aunado
a esto, es necesario señalar el obstáculo que
representa la ralentización en los mecanismos
de actualización del programa de manejo
del ANP, estando en desventaja (tanto los
pobladores como CONANP) ante las cambiantes
necesidades del ANP y las de los pobladores. En 

beneficios ecológicos3; 3) la belleza paisajística del lugar atrae numerosos visitantes anualmente, y 4) la propuesta de desarrollar diversos proyectos turísticos4 de gran envergadura ha atraído la atención nacional e internacional para rechazar contundentemente la autorización de los mismos. Dada la diversidad de actores en el área y en el consejo, la complejidad de llevar procesos deliberativos es aún mayor. Los procesos de toma de decisión lineales no existen; en su lugar deben existir espacios de discusión en el que las distintas experiencias y conocimientos sean valorados para llegar a conclusiones, decisiones de manejo y nuevas propuestas adaptativas, continuamente. En otras palabras, se propone superar la incoherencia que lleva la supuesta contradicción ciencia-sistema experto versus culturaconocimiento común (Del Moral-Ituarte y Pedregal-Mateos, 2002). De lo contrario, se puede caer en el error de realizar planeaciones y acciones de conservación de recursos naturales desde un enfoque meramente científico y reducido a factores biofísicos, sin tomar en cuenta las complejidades sociales, políticas y económicas que convergen en el área. Algunos aspectos que son medulares para impulsar diversos modelos de gobernanza ambiental –reflejados, por ejemplo, en un consejo asesor– son: el rasgo deliberativo; la participación de diversos actores involucrados que a su vez estén representados y tengan igualdad de oportunidades a participar; transparencia en los procesos de toma de decisiones y rendición de cuentas en el manejo del ANP. Asimismo, estos elementos sobre la participación, pueden llevarnos a reflexionar sobre las bondades (o